Desde la invención del Internet
la forma en que nos relacionamos, comunicamos y vivimos ha cambiado
radicalmente, para confirmar esto solo basta revisar la cantidad de búsquedas
hechas a diario en Google o quedar boquiabiertos con los 1490 millones de
usuarios activos en Facebook. Tal es su magnitud que podemos partir la historia
en como se hacen las cosas antes y después de su creación con acciones que hoy
parecen tan sencillas como enviar un mensaje, calcular la ruta más rápida a
casa y hablar con personas de todos los rincones de la esfera. Si bien es
cierto que el internet ha revolucionado al mundo, como todo lo que cae en manos
del hombre tiene usos tanto perversos y egoístas como constructivos y positivos,
en vista de su importancia estas posibles finalidades son meritorias de un
profundo análisis y extensos artículos, con el objetivo de abarcarlo me inicio
en la empresa de estudiar una pequeña ficha del rompecabezas con los efectos de las redes sociales en nuestra
sociedad.
La comunicación es una necesidad que
a lo largo de la historia se ha visto suplida a través de la tecnología
disponible, desde mensajeros que corrían para llegar a tiempo hasta las cartas
que un enamorado enviaba por barco a su amante, el envío de información ha
evolucionado constantemente hasta llegar a lo que hoy conocemos como redes
sociales. A simple vista una plataforma que te conecta con amigos y que te
permite comunicarte en cuestión de segundos rebosa de beneficios y ventajas, no
obstante a medida que su uso se ha masificado algunas herramientas han tomado
un tinte oscuro y han sido incluidas en dinámicas verdaderamente perjudiciales.
Empezando por que en nuestra
pequeña burbuja si no cuentas con un dispositivo con conexión a Internet y una
cuenta activa en una red social para muchos “no existes” nos enfrentamos a una
alarmante dependencia alimentada por el egocentrismo en su máxima expresión. Es
exageradamente común encontrarse con escenas hilarantes que terminan rayando en
lo ridículo que no tacharíamos de loco a quien afirmara que muchos jóvenes se
han convertido en maquinas especializadas en teclear a la velocidad del sonido
y cuyo alimento parecen ser la luz de las pantallas y las inyecciones de
autoestima que brindan los “me gusta”, estos últimos se han convertido no en
una forma de compartir contenido sino en una competencia por demostrar quien goza
de mejor vida, pierde más los estribos con el alcohol, conduce mejores autos, realiza
más abdominales y se lanza de precipicios más altos, en pocas palabras el
objetivo final de la existencia es que a la caída del sol puedan subir
asombrosas fotografías que evidencien su “felicidad” y sean recompensados con
manitas arriba o corazones que se traducen en sellos de aprobación y envidia de
sus contactos. Lo paradójico del asunto es que aunque se realicen transfusiones
de hipócrita afecto mientras el motor y el sentido de la vida sea lograr la
aceptación de los otros la meta original de la felicidad será cada vez más
inalcanzable, tanto para quienes son desdichados por no poseer más de lo que
necesitan como para quienes levantan esas desdichas y acumulan aplausos
silenciosos, debido a esto no es de extrañar que adolescentes y adultos que
utilizan a menudo redes sociales con los fines expuestos anteriormente sean más
propensos a tener depresión que aquellos que prefieren vivir en el mundo real y
utilizar las plataformas virtuales con responsabilidad.
Lo alarmante de la
situación actual es que además de ser una expresión del egocentrismo del hombre
los principales usuarios de estos espacios son jóvenes en plena construcción de
su personalidad y en busca de si mismos, si tenemos en cuenta que a dichas
edades se cimientan las bases para la vida y se dan los últimos brochazos a la
obra que serán de adultos ¿Qué generación estamos creando? Si para muchos un
puñado de likes o la ausencia de ellos define su valor ¿Cómo estará su
autoestima? La respuesta puede encontrarse en los múltiples suicidios que se
han dado en los últimos años debido al acoso virtual. La posibilidad de
intercambiar información gracias a la tecnología se ha interpretado como una
oportunidad de ocultarnos bajo una mascara y soltar al aire las injurias,
disparates y ofensas que se nos ocurran sin consecuencias palpables y aunque
nos encontremos en la época más pacifica de la historia de la humanidad la
semilla del odio se está sembrando silenciosamente
Es estremecedor ver como las
expresiones faciales han sido remplazadas por emoticones y las relaciones por
solicitudes de amistad a tal punto el concepto original de comunicación se ha
degradado a impulsos de computadora que roban vida a las palabras. El problema no
radica en la red social ni en su mecanismo, mucho menos en Internet, el inconveniente
consiste en como utilizamos esas conexiones. En lugar de interpretar a Facebook,
Instagram y twitter como extensiones y complementos de lo que somos y pensamos,
los empleamos a modo de una personalidad extra y un remplazo de la verdadera relación
¿Qué tan verdaderos son los amigos que agregamos como contactos? ¿Un chat
remplaza una conversación cara a cara?
Expuesto ya está lo que bajo mi
punto de vista son los principales peligros de los usos que damos a las redes
sociales, si has vencido el impulso de cerrar el artículo y has llegado hasta
este punto te preguntarás si las redes sociales son perjudiciales y la solución
es cesar su uso, mi respuesta personal es no. Las redes sociales son negativas
en la medida en que un cuchillo puede utilizarse tanto para cortar alimentos
como matar a una persona, todo depende el uso que le demos. Tienen todo el
potencial para convertirse en plataformas que acaben con la injusticia y sirvan
de mecanismos para exponer las atrocidades que se cometen a diario como para que
la globalización consista en encerrarnos en nuestro caparazón. La decisión está
en nuestras manos.
Y no solo eso, es que además está convirtiendo a todo el mundo en vividores del titular.
ResponderEliminarNo es algo nuevo, ya ocurria antes, pero ahora ya, con las redes sociales, una gran mayoria se guia solo por los titulares.
Ello no quiere decir que sean malas en si, es como todo, depende de como se use y/o como se aplique.
Saludos.